Miedo a un día despertar aburrida de la vida, sin hormonas que me traicionen, sin depresiones que me renueven, pasiones que me desgarren, sin letras que me delaten.
Me rehúso a hablar sin gestos, a cocinar por obligación, a comer por vacío, a culpar a los demás por mis fallas, a trabajar llena de hastío o casarme porque “no hay de otra”.
Me aterra la idea de irme a la cama sin sueños, que me pese el brazo de quien me abraza, de sólo sonreir con el recuerdo, de que el presente hasta en las noches me arda.
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