Se me atoja una de esas veladas donde las pláticas brotan del compañerismo, las risas del vino y los besos de un apretón de muslos. Una de esas noches en donde se fuma hasta anhelar el aire y con alguna mirada asistente todo lo contrario. Una reunión en donde se haga de la sala ajena un nido de ideas que nacen, se contraponen y se afianzan de la equivalente como técnica de supervivencia. Sólo deseo para alguna de estas madrugadas ese espacio compartido donde me embone la vida en el segundo sesenta de alguna canción inglesa.
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