Este nueve de noviembre, los vencedores de la Guerra Fría festejaron el 20 aniversario de la Caída del Muro de Berlín, considerado símbolo de una confrontación que no fue tan fría como asegura su nombre.
Según Gorbachov: “…tampoco ha llegado lo que los políticos de mi generación confiaban sinceramente que ocurriría: un mundo en el cual, con el fin de la guerra fría, la humanidad podría finalmente olvidar la aberración de la carrera armamentista, de los conflictos regionales y de las estériles disputas ideológicas y entrar en una suerte de siglo dorado de seguridad colectiva, uso racional de los recursos, fin de la pobreza y la desigualdad y restauración de la armonía con la naturaleza.”
Parece una broma. Las palabras de Gorbachov no pueden ser fruto de la ingenuidad. Ninguno de los dirigentes políticos, que como él, protagonizaron el famoso derrumbe, podía creer realmente que el futuro sería un mundo mejor. Por una simple razón: esa jamás, jamás fue la propuesta de Estados Unidos y el resto del mundo bajo la égida capitalista.
No podía nacer un mundo mejor del fin de una confrontación en la cual el vencedor humilla al vencido, cobra un botín e impone sus reglas. Y así se diseñó el mundo post Guerra Fría: el de las políticas neoliberales, la unipolaridad y el regodeo permanente en las penurias económicas y sociales de Europa del Este y las ex repúblicas soviéticas, como consecuencia de los años de confrontación.
Se abrió un periodo de reconquista, en el cual, el imperialismo tenía una visión tan omnipoderosa y triunfalista de sí mismo, que generó tesis tan absurdas como el fin de la historia. El sueño de un mundo mejor fue simplemente el producto de engaños propagandísticos y no fue necesario esperar 20 años para confirmarlo.
La década del noventa se estrenó con la Guerra del Golfo, se incrementaron los gastos militares, la OTAN se irguió como un ejército internacional a favor de los intereses norteamericanos. Creció el saqueo del Tercer Mundo a través de las transnacionales y organismos financieros.
Se allanó el camino para la tragedia que vivimos desde el año 2000, con una Casa Blanca neoconservadora que se inventó guerras en Irak y Afganistán, patrocinó golpes de estado en América Latina y un mostró un irrespeto total por las normas del derecho internacional. Solo es cuestión de mirar la historia y veremos que el mundo no fue ni por un instante más tranquilo, armonioso y seguro.
Sería bueno entonces preguntarle a los que se reunieron este nueve de noviembre en Berlín qué festejan.
En todo caso, que sirva la ocasión para demandar la caída de todos los muros post Muro de Berlín. En primer lugar el que se levanta, sobre el sudor y la sangre de los emigrantes latinos en la frontera sur de Estados Unidos, donde mueren cada año más mexicanos y centroamericanos que todos los que cayeron en los 30 años del muro berlinés; que caiga el muro israelí que convierte a Palestina en la mayor cárcel al aire libre.
Y que no solamente caigan los muros físicos, también los económicos y políticos como el bloqueo contra Cuba, que no es un rezago de la Guerra Fría, sino la prueba de su vigencia.
Resonando http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/11/09/celebracion-caida-muro-berlin/
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