¿Encontraría a la Maga? La rue de Seine, Quai de Conti, el Pont des Arts, Tokio, San Francisco, la ciudad de México, Buenos Aires, Praga, Lisboa, Río de Janeiro, Sevilla, Bruselas, Bergen, Bucarest, Teherán, Juchitán, Oslo, seguramente a estas horas aquí –y en las horas futuras de allá–, son lugares, entre muchos otros, andados, recorridos, atravesados por más de unas tres mil post-Magas al día. De diversas nacionalidades y razas. Altas. Bajas. Delgadas. Gordas. Jóvenes. Viejas. Profesionistas. Estudiantes. Artistas. Vendedoras. Taxistas. Intelectuales. Académicas. Madres. Lesbianas. Maestras. Religiosas. Prostitutas. Nanas. Locas. Amantes. Policías. Solteras. Nerviosas. Felices. Enojadas. Melancólicas. Exigentes. Atormentadas. Cínicas. Irreverentes. Serias. Y en cada mujer parecida o no tan parecida a cualquiera de éstas no se agolpa un silencio. Se desata una Voz. Cada vez menos contenida. Que no se derrumba como un paraguas mojado que se cierra. Las post-Magas no callan. Y tampoco están como ausentes.
Las post-Magas construyen su vida sabiendo que encuentran. Directamente. Sin titubeos. ¿De qué manera Horacio Oliveira encontraría a la Maga hoy, en el tercer mes del año dos mil cuatro? ¿Saliendo de un trabajo para entrar a otro? ¿Manejando un auto a toda velocidad? ¿Piloteando un vuelo de Air France hacia Sidney? ¿Dando una conferencia en una sala de arte? ¿En un museo? ¿En medio de una campaña política? ¿Dando cátedra en la Universidad? ¿Operando un cerebro en la sala más higiénica de cualquier hospital en Berlín? ¿Firmando un cheque millonario? ¿Clonando seres humanos en un laboratorio inglés?
Las post-Magas poco a poco eliminan la tragedia de las mujeres inteligentes y sensibles que tienen que vivir una vida sin sentido o alimentada de censuras y autorizaciones. De órdenes. De sistemas dominantes donde la trasgresión de los mismos se cobra cara. Las post-Magas construyen la vida a partir de las decisiones –responsables– en primer lugar para consigo mismas. De acuerdo a sus particulares elecciones y deseos. Sin influencias corrosivas de ninguna especie. Sin esperar a que alguien les autorice la entrada. O la salida. Sin esperar a que alguien les proporcione el coraje y la habilidad para escapar de destinos dependientes, mezquinos y estrechos. A la sombra de.
Hoy por hoy existen las post-Magas que no sólo se han preocupado por preparase intelectual y políticamente. Han sido capaces, a pesar de la adversidad del entorno, de obtener lugares antes privilegiados exclusivamente para los integrantes masculinos del sistema. Y eso no significa que Rocamadour tenga que morir. Las post-Magas son guerreras. Y no se avergüenzan de ello. Lo asumen, lo sustentan con trabajo y con actitudes congruentes con la vida que han decidido hacer y tener. Las post-Magas no se dejan manipular. Las post-Magas se respetan así mismas primero porque saben que es la única manera –de sentido y forma, coherente y consciente– con la cual se puede sobrevivir.
La magia de las post-Magas radica fundamentalmente en su capacidad de pisar tierra. Radica en la curiosa metafísica que corresponde a su intuición racional consciente. Radica en tener el poder de Ser y Estar con libertad. Radica en hacer uso de ese particular y exclusivo poder. La magia de las post-Magas radica en el constante estar abriendo preguntas e interrogantes. Cuestionar. Responder. Contemplar. Proponer. Reflexionar. Combatir. Desestereotipar.
Amaranta Caballero.