Me siento extasiada, así conectada al oscuro mundo de la demencia, como si este fuera un virus contagioso que pudiera viajar por el sonido y penetrar por mi cerebro a través del oído. Siempre había creído que la locura debía tener un olor intenso, una emanación inconfundible, peor no es así.
Hoy busco paz, tranquilidad y no fariseos desinteresados de lo estético y atentos sólo a lo mercantil.