Es increíblemente irónico como a veces la vida –aparentemente- más acomodada es tan mala consejera. Y es que ahora en medio de tiliches que guardan más polvo que recuerdos, particularmente lo noto. Yo, amiga del lysol, amante fiel del febreze, dueña de muy pocas certezas y de ningún techo que al día de hoy pueda decir es mío, vengo a encontrarme, en contra de todas las enseñanzas, en medio del caos, con una sonrisa tontona. Una que delata que por más miedos que se adquieran con la edad, siempre disfrutaré de los nuevos planes, como hiciera en su momento y como estoy segura haré muchas veces más.
Continuará…