Va quedando en el pasado
la vida aquella que existía
y va florenciendo un templo de
palabras y sueños,
un templo de esperanza y valentía
donde a veces me siento con miedo
y otras me quedo callada
pensando en lo maravilloso del
destino
que nos ha llevado hasta donde
estamos
y donde no hay un camino que nos
enseñe el retorno
a eso que un día fuimos.