El amor es como los eclipses: raras veces sucede, pues aunque en principio podamos enamorarnos de cualquiera, en realidad resulta muy difícil: se requiere que esa media burbuja que es nuestro amor emerja hasta la superficie y, además, que coincida con esa otra burbuja incompleta que es el amor ajeno. Por ello, cuando se da, dura un instante como todas las pompas de jabón y los eclipses: el amor es perverso: es como la sed o el hambre, una necesidad, pero una necesidad diferenciada a la que no es posible saciar con cualquier pan, ni con un sorbo tomado en cualquier parte: es una sed sólo de esa agua y un hambre de una persona exacta.
Óscar de la Borbolla