Como puede deducirse de esta imagen, el corazón y el cerebro no tienen una opinión unificada, ni reciben muchas veces una actitud balanceada por parte de quien los porta. No sé cómo decirlo, viene al caso con estos tiempos en los que cunde una incertidumbre no hablada, los miedos coquetean con las ganas y se generan de manera espontánea respuestas que me recuerdan cada que encuentran la “solución” que por más que me esfuerce estoy enamorada.
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