miércoles, 26 de enero de 2011

Estoy segura de que a alguno de mis padres les fallo el conteo hormonal, no sé si fue una ecuación mal hecha o una suma de más la que repercutió en mis emociones. Da igual como haya sido. Desde la pubertad he tenido que cuidar -como quien vigila a un niño pequeño- a mis susceptibilidades para que las taradas no se acrecienten con los obstáculos del día a día, o peor aún, discutan con las ajenas.

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