lunes, 24 de enero de 2011

Me gustaría tener la liviandad para detallar coma tras coma, lo que me provoca esta sonrisa que se muestra sin pausa, pero no puedo. De repente -y espero temporalmente- se me han anudado las imprudencias, las palabras y los dedos. Simplemente encuentro difícil explayarme. Y es que a decir verdad, a veces me siento algo vigilada y un tanto de juzgada. Y no es que realmente importe cuando las circunstancias me han hecho una mejor persona; una menos egoísta y mucho más entregada, pero sí limita cuando sé pocos se detienen a ver desde esta ventana, de donde a ratos y sin motivo -eso lo aseguro- las empatías me caen como vientos en la espalda.

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