lunes, 21 de febrero de 2011

Pensé en mí de niña. Pensé en la vida de mi papá, en las buenas intenciones de mi mamá y en sus respectivos errores. Me sentí preocupada, hermética, amada. Luego me sentí adulta. Mi cuerpo se disolvió en recuerdos y se transformó en tristeza. Pareciera que todo se mezcla. Quizás se debe a los cambios, quizás no. Y en mi espacio, con los ojos bien puestos en ella que da sin límites y mi corazón en él, suspiro. Y pienso en lo corto que es el tiempo. Reflexiono y acepto que voy cambiando mis maneras de querer estar y ser.

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