jueves, 14 de abril de 2016

Italia mi primer viaje sola.


Roma es preciosa.
Di gracias por ver esas calles fabulosamente bonitas, por esos hombres, por sus sabores y sonidos de película de Woody Allen. 
Vas caminando y te encuentras en una esquina una fachada con fuentes, estatuas neo clásicas, niños gritando mama... todo es fabuloso.Y nada, la ciudad y los pequeños detalles están ahí y nadie les hace ni puto caso porque les sobran... 

Y tal cual dijera un libro, al contemplar ese sitio, el caos que ha soportado, la forma en la que ha sido adaptado, incendiado, saqueado y luego hallado el modo de volverse a levantar…me vine arriba; A lo mejor mi vida no ha sido tan caótica, y es el mundo el que lo es y el único engaño es intentar aferrarse a ella a toda costa. Las ruinas son un regalo, las ruinas son el camino a la transformación.






lunes, 4 de abril de 2016

Bye Julio


Tarde mucho en poder visitarte, pero al fin llegué, para dejarte una carta diminuta que a grandes rasgos agradecía el hecho de darme la fantasía necesaria para soportar la adolescencia e implantarme un estilo de vida tan único durante mis 20´s, gracias por mi gusto por el jazz y por los hombres intelectuales en constante búsqueda de la perfección. Sin embargo, ahí cerramos un ciclo ya que como decías en un poema a lo mejor “Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte.” Y te miré y te leí y hoy por fin veo la vida más sana y menos nostálgica. 
Por todo gracias.



Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.
Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito
que solamente dice:
Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

París

De París nos cuentan cientos de historias, lo leemos en libros, lo vemos en películas, en posters y lo escuchamos de las bocas más enamoradas de la ciudad para terminar con un esbozo dibujado de lo que es y será cuando estemos ahí. Ese es nuestro primer París, el dibujado en el imaginario, el otro, el que se vive estando ahí, el París de la temperatura inesperada, las largas distancias, el metro descuidado, el miedo latente a una posible bomba, los diminutos cuartos, altos costos y el de el contraste entre la ciudad hispter y la romántica de ensueño.

Estas dos ciudades en nuestra cabeza no pueden convivir, por lo que mientras caminamos por sus calles olvidamos lo que creíamos era para adentrarnos en la experiencia presente, sustituida a cada paso por una torre Eiffel que no sabes como sacarle más provecho, por los callejones más reales que nos llevan a Montmartre, los cafés y sus sillas y la repetición de la arquitectura de sus edificios.

Y, cuando volvemos a casa, París vuelve a ser la idea que tuvimos de ella, a lo mejor ligeramente modificada, porque después de recorrerla nos permitió conocer y visitar todo lo que siempre soñamos y platicar con quien admiramos y ahí yace para agradecerle por sus letras; y así París vuelve a convertirse en el concepto de la ciudad del amor, en aquella frase de Casablanca, para en sueños confundirnos entre lo es y lo que pasó.
                                           Eso sí comí un montón de crepes