Los años me han hecho valorar muchas cosas que aquí no podría explicar.
Pasé navidad en Michoacán y ahora me encuentro en Guadalajara visitando a mi abuelito que tiene 86 años, aún guapo y con unos ojos azules llenos de historias siempre con su trompeta en mano apasionado por lo que hace me da una gran lección. Ocho décadas y aún sopla, es increíble.
Ayer me tocó el vals Alejandra en una sala así de un segundo a otro y sin que lo notará me hizo llorar, cuánta gente puede tener eso en su día a día, no lo sé, lo que sí sé es que es un ser maravilloso este viejito lleno de talento para dar.
Mi papá no está aquí se fue a Vallarta a trabajar con los dudes dubanos, lo alcanzaré el lunes, mientras, camino sola por el centro de Guadalajara analizando todo esto, el estar con mi familia el ver a los hermanos de mi papá y a mis primos que hace 10 años no veía y que ahora están como yo de visita por aquí me hace valorar lo que realmente importa.
Cada vez que me veo en el espejo me doy cuenta que pertenezco a esta familia y aunque no nací virtuosa para la música sé que está en mi sangre y que aquí como con la familia de mi mamá tambien es mi lugar.